miércoles, 16 de julio de 2014

REFLEXION DEL PROFESOR FLORENCIO VALE
NZUELA Para sobrevivir, los primitivos seres humanos debieron organizarse cooperativamente, es decir, coordinando sus conductas consensualmente. Así, mientras unos cuidaban de las crías, otros cuidaban a la banda avisando de los posibles ataques o peligros externos y otros se dedicaban a buscar con qué alimentarse. Pero para organizarse de esa manera debieron darles significados (mentales) a los sonidos que emitían con la garganta y a los movimientos y gestos que hacían con el cuerpo. Además, debió situar toda esta información con respecto al contexto en que se producía. Esto último se refiere a que un gesto o palabra, hasta el día de hoy, tiene distinto significado según sea el lugar en que se emite: no es lo mismo decir ¡cuidado! cuando se juega a la pelota que cuando se está de excursión por una montaña o atravesando un río. En el primer caso no implica peligro, en los segundos se refiere a distintos grados de peligro, dependiendo del medioambiente. Las dificultades de comunicación de los primeros tiempos, cuando la cantidad de significados asignados a la información emitida y recibida era muy limitada, debió haber sido tan difícil, tensiónante y complicada para los primeros homínidos como sigue siéndolo para un niño de dos años, que trata de comunicarse sin poder hacerlo ni entender mucho de lo que pasa a su alrededor. Sin embargo, las presiones del medio ambiente actuó ayudada por la selección natural—los que mejor se adaptaban acrecentaban sus posibilidades de sobrevivencia superando a los demás—hicieron que los primeros humanos mejoraran su comunicación a la vez que su cooperación (sin que haya una antes que la otra), trayendo como consecuencia el crecimiento de sus capacidades de razonamiento lo mismo que su emocionalidad, que es el otro par de características que operaron al unísono. Sobre las emociones como factor primordial en el ser humano, un psicólogo cognitivo asevera los siguiente: “Nuestra inteligencia, por sí sola, es incapaz de hacernos comprender las situaciones que nos depara un mundo cada vez más cambiante y complicado ... Es evidente que no podemos alcanzar al conocimiento pleno, y mucho menos prever racionalmente los acontecimientos o la simple vida cotidiana ... y la emoción es un mecanismo que nos permite pasar inmediatamente de un estado mental a otro, cambiar nuestras prioridades y retrogradar nuestra acción en función de los hechos”.

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